Nos separamos

Nos separamos

Lo mejor que podéis hacer este verano de pandemia para ya rematarlo, es mudaros a un pueblo de la España vaciada y separaros de vuestra pareja a los DOS DÍAS de llegar. ¡En serio! Es guay.

¡La madre que me parió! Prometí daros aventuras, jóvenes padawan, y os las voy a dar, parece ser que quiera o no quiera. No digáis que romper en estas circunstancias, rodeada de cartón y cinta de embalar (y toneladas de mugre), lejos de tu zona de confort, familia y pandilla, no es como para que me toque el perrito piloto y la chochona en el mismo puesto de la feria.

¡Ver para creer! ¡Sin sofá siquiera para hacerse bola! Que por no tener, no tenía ni una superficie plana sobre la que llorar sin que se me clavara alguna arista o corriera peligro de borrar la etiqueta de la caja.

En fin, que vamos a ahorrarnos los momentos de tránsito por el hoyo y los viajes personales que estoy haciendo, que eso es un rollo que no interesa a nadie, para empezar a comentar mis nuevos avances en mi nueva vida.

¡Como me ha quedado la infravivienda, coleguis! Gracias al arrechucho de mis padres, que vinieron al rescate según me tembló la voz al teléfono en la primera llamada, esto está que no paro de recorrer las estancias perpleja y ahíta de gozo. ¡Qué lejos queda este glamour del día en que me vi sola, sentada sobre la caja “vajilla cocina”, con los pies perfilados de negro eyeliner!

Excepto el baño, que es de aullido como diría mi hermana, esta casa emite tan buenas vibras que haces chispa. ¡Qué contenta estoy!

Por otro lado, pues adaptándome a la vida de campo y aún sin hacer ni una mermelda. No, no tengo huerto ni gallinas (tuvimos cuatro patitos pero murieron porque estaban malos). Tampoco hago pan porque no tengo horno, por ejemplo. Si lo tuviera, preferiría hacer carne asada. Lo que sí tengo son unos cristales ultralimpios que hacen relucir unas vistas espectaculares.

Eso es la caña y el otro día, desde mi cama, podía ver una luna gigante y un cielo estrellado que me hizo sentir feliz.

Todos los días nos visita uno o dos insectos tamaño mamut, que desafían con su aerodinámica las leyes de la física. No hemos establecido contacto aún. Todo se andará.

Sobre la autora (o sea, yo)

Sin comentarios, snif

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