Mi poesía: La reina loca

Mi poesía: La reina loca

A veces sueño con ser poeta y escribir versos infantiles. Conmover, hacer reír, contar a través de la rima. Me divierto, me estrujo sola el cerebro para ver dónde están las palabras justas que necesito. Es un oficio maravilloso pero muy, muy difícil. Y no pasa nada, mientras me divierta. No pasa nada mientras me haga buscar el juego debajo de las piedras mientras pienso y escribo con la cabeza. Ando y escribo ahí arriba, en el aire de mis neuronas.

Aquí va una poesía que escribí como ejercicio de un curso de poesía que hice en El Sitio de las Palabras, con mi querida Mar Benegas. Le estoy muy agradecida por haberme tirado de la lengua, del lápiz y de la masa encefálica para escribir estas líneas.

La reina loca

Esta es una historia muy barroca
de una reina que se volvió loca.

No le gustaba comer centollo,
prefería con ajillo el pollo.
“¡Que me quiten las uvas con faisán!,
¿es que salchichón aquí no dan?”

Y con los sirvientes más activos
pactaba convenios colectivos.
Les subía al doble la pensión,
les pagaba una formación.

No quería decidir tan sola
porque el poder se le hacía bola.
Convocaba al pueblo a la reunión,
todo sometía a votación.

Y las ministras, tan rancias ellas,
no querían ver las sillas llenas.
“Pero, ¡si aquí se cuentan secretos!,
y estos no son más que unos catetos”.

Llamaron al doctor con urgencia,
-se les acababa la paciencia-,
que al verla dijo, “¡lo sabía!,
la reina ha leído poesía”.

“Préstenme todos mucha atención:
tiene el mal de la imaginación.
No es algo mortal ni una desgracia,
solo le atizó la democracia”.

Y su madre, que era tremendista,
“¡Ay, que la niña es sindicalista!
Nos va a poner a todos a picar,
las joyas de mis dedos subastar”.

Le quitaron pronto la corona.
y la mandaron a la Sorbona.
Luego la pusieron de cuentista,
por ser de su reino la más lista.

Y entonces dejó de dictar leyes,
los cambió por versos como bueyes,
de reinos de papel y de urracas,
vacas que tocaban las maracas.

Y hasta aquí la historia del buen día
que la reina leyó poesía.

Sobre la autora (o sea, yo)

Sin comentarios, snif

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