Hilos o terapia, lo mismo da
Han sido unas semanas de mucho pensar.
Soy como una tela, ¿cuántos hilos componen una tela? Creo que podríamos decir que muchos, incontables. En terapia aprendo a detectar cuáles de todos esos están torcidos para sacarlos poco a poco.
Ya hemos dicho que son muchísimos hilos y no es tan obvio saber cuáles son los que sobran, por eso creo que jamás lo habría conseguido sola. Sé que soy la protagonista, porque muchas veces he intentado pasarle el testigo a Miguel, mi compañero de deshilado, y se ha quedado callado. Dice que él no saca nada, pero que siempre estará para ayudarme cuando yo encuentre uno. Reconozco que así, ir de pesca de hilos torcidos es un lujo.
Es difícil pero en serio, tampoco es un drama. Lloras y flipas y alucinas y ríes y tristeas y dudas… pero drama no, eso no. Requiere valentía a veces, ganas, confianza, ilusión, trabajo, cabeza, tripas. Y ganas, esto lo digo dos veces porque no siempre se tienen. Ganas de ser mucho más feliz, así de simple y así de complicado para alguien. Ganas de ser feliz, como suena, lo más feliz que se pueda. Eso es terapia para mí.
Este finde, una persona que no conocía apenas se me acercó y me dijo que emitía luz y que mis ojos miraban de una forma peculiar. Que transmitía paz. Y me pilló desprevenida, así que me hizo pensar varias cosas:
- Creo que las ganas de vivir y disfrutar son luminiscentes. Son ellas las que brillan, no yo.
- Que es flipante lo que podemos llegar a transmitir a los demás sin tener ni puñetera idea. Esto me dejó flipada, ¿pero qué demonios vamos proyectando? A saber, porque una se cree que es de una manera y los demás captan otra película. Interesante.
- Que, como he dicho mil veces, decirles a los demás cosas bonitas hace más bonito a su vez el mundo. Esto me anima a seguir en mi empeño.
- Que querer es un triunfo, una meta a la que se llega después de andar. Que querer es fácil y una experiencia muy divertida.
- Que he necesitado también mucho trabajo para odiar y que estoy muy orgullosa de haberlo conseguido por fin. No sé cuál es el siguiente paso pero chavalada, he aprendido a odiar y he marcado una línea en mi vida. Y sí, hay gente que he dejado fuera. ¡Aire!
Sin comentarios, snif