No pudo ser. Escuece.

No pudo ser. Escuece.

A veces sí que pienso cómo podrían haber sido. Me pregunto qué aspecto tendrían, cómo sería su carácter y a quién se parecerían. Cómo sería nuestra familia si hubieran ocurrido, qué habría pasado entonces. A veces pienso que dejaron un pequeño vació en el aire, un guiño a la no existencia que de alguna forma existe. No sé, no creo que sea algo malo. Es más bien inevitable.

He tenido dos abortos en mi vida, uno antes de nacer Manuela y otro antes de nacer Calamar. Los dos llegando a la semana 12, los dos muchas semanas después de que yo ya me sintiera demasiado ligada a la espera. Y por eso fueron una jodienda que me pusieron muy triste.

No triste de llorar por las esquinas, sino una tristeza invisible, lenta. Tampoco hiper profunda, pero sí solitaria. No porque no tenga a mi alrededor gente que me quiera, sino porque hay caminos intransitables para el otro. Ni siquiera tú sabes muy bien por dónde vas y no te apetece explicarlo, con lo cual, el de enfrente se queda fuera, al otro lado de la coraza del dolor que todo lo rebota porque por unos instantes, unas horas, unos meses, todo te da igual. Y puede que entonces ese otro, ni lo vea.

No lo asumo como una desgracia. Tampoco me avergüenza ni me parece un tabú. No me siento desafortunada. Puede que lo que me pasa es que me siento algo escocida. La verdad es que no sé definirlo. Quizás simplemente sea una vivencia triste cargada de anhelos. Ya os digo que no sé cómo explicarlo.

No sé si esto me conecta con otras mujeres que hayan pasado lo mismo. Hay muchas conexiones posibles entre almas humanas y quizás esta sea una de ellas, pero como lo es que me guste la poesía o que tenga que oler la ropa antes de ponérmela.

Tampoco me parece que sea una vivencia que me defina. No siento que esto me haga pertenecer a un “nosotras”, no cierra ningún grupo en el que me sienta contenida. Es un paso más, triste, en la historia. Un paso que vivimos mi pareja y yo, porque él también estaba. Esta historia también le pertenece aunque cada uno la vivimos en rincones diferentes. Ni mejores, ni más auténticos, ni más lícitos que el del otro. Diferentes, con todo lo que la diferencia conlleva.

Sobre la autora (o sea, yo)

Sin comentarios, snif

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *