Cazorla, abril 2019

Cazorla, abril 2019

Estamos en Cazorla y ya me quiero quedar a vivir con las cabras montés (o montesas). Estoy flipando con este pequeño rincón de Ssspaña que no conocía y que ya he marcado con corazones en el mapa porque, aunque hemos venido cinco días, nos van a faltar calculo que tres meses para conocerlo bien.

Según nos veníamos acercando a la serranía desde Madrid, empezaron a aparecer los olivos. Pero no uno ni dos, creedme, ¡hectáreas de ellos en fila!, al bies y al paralelo, haciendo un paisaje impactante. Decidimos que era como ser un piojo en la cabeza de una persona negra peinada con trenzas y esas rayas del pelo que no nos quedan bien a los demás.

Con tanto olor a aceite no puedes parar de pensar en tostadas.

Decidimos ir directamente a Tíscar a ver una cueva, porque estas cosas nos molan por aquí.

Siempre hay que buscar un efecto de choque para que las criaturas se descuajaringuen el cerebro y reseteen, que si no te están pidiendo chute de Filmin porque no terminan de comprender que cuando se viaja, lo fundamental es mirar para fuera, para ver si se queda algo dentro.

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Cazorla viaje en familia

Les encantó, la verdad, y aunque luego se hizo duro coger de nuevo el coche para ir al apartamento alquilado, Calamar decidió echarse una siesta y la charla zen que le eché a Manuela pareció llegarle porque empezó a lanzar espumarajos por la boca según arrancamo spero finalmente hizo el viaje contenta. Apunté mentalmente que los cultivos en regadío y la charla con filosofía oriental le conmueven, por si tengo que echar mano de este recurso cuando transite por la adolescencia.

Según nos adentramos en el Parque Natural, empezó aquello a llenarse de bosque cosa fina. Yo iba muda, porque cuando me impacto me da por retrotraerme hasta que me creo que soy yo la que estoy ahí y ya me distiendo. Es que el paisaje es para alucinar a cada giro.

Otro día

Hoy ha llovido lo que decía el tiempo que iba a llover así que nos hemos ido a un aula de la naturaleza que resulta que era una especie de exposición sobre la caza. Aún así hemos aprendido mucho sobre las especies del parque, aunque todo se les ha esfumado cuando han visto la tienda de souvenirs horteras y querían llevarse toda la artesanía hecha de plástico.

Luego hemos comido en un club náutico, como si supiéramos manejar un velero. Es como algo muy de nuevo rico, o como de ser pobre y votar a Vox, pero nos han sentado en una ventana con vistas y se nos ha pasado. Y no hemos podido hacer menos que pedir de entrante sandía a la brasa con queso de cabra. ¡La casa por la ventana!

Cazorla viaje en familia
Cazorla viaje en familia
Cazorla viaje en familia
Cazorla viaje en familia

Nuestra jornada ha acabado en Hornillos del Segura (creo), que es un pueblo super bonito desde lejos, encaramado en todo lo alto, pero pierde desnudo.

Aún así hemos recorrido sus calles y hemos acariciado a todos los cachorros que había en el pueblo. Y no había más que cuestas pero ha sido genial, con café y crepes en una cafetería con unas vistas que te daba pena parpadear.

Y cuando la vuelta se las prometía como para arrepentirse de la maternidad, resulta que ha sido increíble porque hemos ido jugando y buscando animales. Hemos visto gamos y jabalíes, incluso una madre con sus hijitos que ha hecho exclamar al Calamar: “muero de amor”. Sin duda, nos ha salido sensible, como la madre.

Otro día

Hoy ha tocado relacionarse con la fauna local (es literal, no un insulto a la población jiennense). Hemos ido al Parque de Fauna Silvestre a montarnos en un trenecito y a sentir el placer en las carnes que da ser turista, sin tener que ser auténticos todo el rato. Un trayecto de 45 min a todo gas, por un recinto vallado lleno de criaturas salvajes. No se puede pedir más y las caras de Manuela y Calamar eran dignas de ver.

Hemos aprendido mucho de la cabra montés, el gamo, el ciervo y el muflón. El guía era muy majo y estaba entregado a su oficio, que parecía el Ángel Cristo de los ungulados y caminaba entre ellos llamándoles de tú. Un muflón se ha empeñado en un momento en embestirle una pierna, pero nuestro hombre ni se ha inmutado y simplemente ha reprendido al cabrito con mirada de amor.

Luego hemos hecho un recorrido a pie y hemos comido un bocadillo en un mirador del que una buena blogera habría aprovechado para sacar patrocinio de Coronel Tapioca o Abonos Pili de plantas de terraza. Yo he pensado en cómo de ilegal sería construirse un chalet ahí.

Cazorla viaje en familia
Cazorla viaje en familia

Calamar ha dicho que hasta ahí había llegado y nos ha hecho el pase de las 15h de su drama con la vida: que no puedo andar, que tengo un calambre, dolor de tripa, que me restriego por el suelo y que los ojos vidriosos a lo Candy Candy, con lo que él y yo nos hemos vuelto al coche. Manuela y Javi se han terminado la caminata entera y han llegado que les faltaba media personalidad del cansancio. Menos mal que no he ido.

Mientras esperábamos al tren, había un trío de jubilados esperando a que volvieran los demás al autobús y hablaban de lo que les tocaba ahora. Una decía que creía que era el paseo 4X4, pero que no estaba segura. Y me ha parecido fascinante imaginarme a esas tres criaturicas del señor subidas en un coche dando tumbos. Una de ellas llevaba su bolso moderno rosa de polipiel debajo del sobaco, otro sus náuticos de domingo a estrenar y otra se había hecho un moño con horquillas no apto para los viajes con baches. A saber dónde habrán acabado la tarde. Me encanta la gente.

Otro día

Hoy tocaba día de campo, que yo parezco muy abierta al diálogo pero cuando se me mete una cosa en la cabeza…

Había yo visto fotos desde Madrid del paseo por el río Borosa y puse a Dios por testigo que yo no me iba de aquí sin pisar sus pasarelas. Y así ha sido.

En el ranking de episodios familiares, la cosa ha empezado en la franja roja del mal. Rojo intenso. Con una perspectiva de 4km ida y otros 4km de vuelta, a los 300m ya se había desencadenado la tragedia: lluvia, ebullición dentro de las capas de agua, huelga de niños de patas caídas y madre gritando y valorando los pros y los contras de la custodia compartida o cómo huir sin dejar rastro ni a Paco Lobatón.

Digamos que llevo mal la frustración y yo me había imaginado a los 4 cantando canciones de campo y disfrutando del paseo, así, a lo loco, sin ponderar nunca cuánto de realidad tienen mis fantasías.

Me he debido poner hecha una hidra porque ha surtido efecto. Ni que decir tiene que tengo una hija fuera de lo común, que se ha visto abandonada el próximo curso escolar en un internado de La Granja de San Ildefonso y enseguida ha dado un giro a su actitud, liderando el ánimo de la caminata.

Aunque algún que otro bache ha habido, lo hemos pasado genial paseando por ese paraíso. Venid, que merece la pena. Las aguas y la orogenia alpina se han puesto aquí las botas.

Cazorla viaje en familia
Cazorla viaje en familia

Luego, en la cena, hemos conocido a una familia autóctona y hemos estado intercambiando vidas, contándonos lo diferente que es vivir en Madrid o en Arroyo Frío.

Nosotros hemos flipado con sus burros en el jardín y ellos a su vez, con que pudiéramos ir de un sitio a otro en metro. Y luego nos han contado que la escuela rural tiene 15 niños/as desde infantil a 2º de la ESO y que el profe les cruje a deberes (5 y 8 años) y exámenes y que nunca les saca al bosque.

Y eso me ha puesto muy triste porque en medio del paraíso, es desmoralizante pensar que es precisamente la escuela la que viene a fastidiarlo todo. Y he pensado que aquí, algunas maestras que conozco, harían maravillas y pondrían el broche de oro a la vida en este pueblo. En fin…

Chao, Cazorla. Gracias por todo.

Sobre la autora (o sea, yo)

Sin comentarios, snif

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